El Covid desde la fe

Testimonio de Ana

Diócesis de Burgos

 

 

Soy Ana, enfermera de la URPA (Unidad de Reanimación Postanestésica) del Hospital Universitario de Burgos y militante de ACG en la parroquia del Espíritu Santo de Burgos. La URPA fue el primer servicio que se transformó en UCI para atender pacientes críticos del Covid19 por su capacidad de respiradores. Se podía decir por las condiciones del lugar que trabajamos no en primera línea sino dentro del corazón del coronavirus.

Soy enfermera desde hace 39 años y nunca viví nada igual ni parecido. Mi testimonio ha ido cambiando con la evolución de la pandemia.

La primera semana recordaba a Jesús en el huerto de los Olivos diciendo: "Padre aparta de mí este Cáliz", nunca me había sentido tan incompetente, tan impotente y tan asustada para tener esa sensación de no ser capaz de seguir. Estar trabajando dentro del EPI, sin parar y sin control me llevó hasta tener una crisis de ansiedad, que me hizo salir al pasillo gritando "Dios mío ayúdame, no voy a poder con esto". Pero el abrazo de una compañera, mi profesionalidad y pensar en los enfermos me hizo volver. En casa era difícil conciliar el sueño y sufría por el riesgo de contagio a mi familia (mi marido, mi hija y mi nieta). El apoyo en la Oración fue lo que me ayudó a seguir en la lucha, estoy segura de que sin la fe y la confianza en Dios no hubiera aguantado la situación con una sonrisa.

Así, pude disfrutar de la alegría y el agradecimiento de la primera paciente que se fue de alta. Estuve al lado de una paciente que se murió, rezando y acariciándola como si fuera su familia, y hoy puedo seguir poniendo una sonrisa al enfermo que después de 20 días despierta y puede sentirse asustado por creer que se encuentra dentro de una" película de miedo" al ver el aspecto que tenemos, y que hay que explicarle lo que ha ocurrido dándole tranquilidad y la noticia de que todo va bien.

Además, tengo la satisfacción de volver a casa y encontrarme un cartel que dice "eres nuestra campeona". Yo sé que no lo soy, que solo estoy haciendo mi trabajo por vocación y amor al prójimo.

Doy gracias a los que se quedan en casa y a los que trabajan para atendernos y sobre todo le doy gracias a Dios por la energía que me da cada día.

Estoy segura de que a este virus lo venceremos TODOS JUNTOS y digo TODOS porque yo soy testigo de cómo el virus no entiende de política, de religión, ni de clases sociales. Mucha fuerza para todos y que Dios nos bendiga.

 

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