El Covid desde la fe

Testimonio de Gregorio Iglesias 

Diócesis de Ourense

 
 
 

 

Diario de un camino de muerte y vida

HHola a todos, soy Gregorio Iglesias Cañedo miembro de Acción Católica General de la diócesis de Ourense y os voy a contar cómo ha sido mi experiencia de vida después de estos 15 días con sus noches encamado. Soy de esos positivos en silencio que pasé la enfermedad en casa con mi mujer y dos hijas (siempre pendientes y luchadoras) atendido por teléfono por el Sergas y una aplicación donde vas dejando datos tres veces al día, temperatura, tos, fatiga, etc, y tres ángeles de la guarda: la médico de cabecera Dolores San Pedro amiga y madrina de mi hija, el Doctor José Carlos Rojo amigo personal y Carlos amigo y consiliario. Primero os digo que me encuentro cada día que pasa mejor, aunque aún débil venciendo al virus a la espera del alta.

A la tercera noche de los primeros síntomas sobre las tres de la mañana con fiebre, dolores y lo que es peor angustia me puse a escuchar la misa que nos manda Carlos todos los días desde la parroquia por YouTube, para pedir por mí. Según iba transcurriendo la eucaristía me fui tranquilizando y al terminar al rezar a la virgen y cantar el himno a María Auxiliadora mirando la imagen que tienen en la iglesia… desde ese momento me encontré acompañado sentía realmente que no estaba solo que estaba conmigo el Señor y su madre María Auxiliadora que fue mi gran sustento (soy antiguo alumno Salesiano) en ese momento empecé a pedir por los que estaban solos en los hospitales y se nos iban cada día, yo estaba acompañado ya no tenía dudas sobre mi recuperación mi ruego era que me encontrara mentalmente fuerte hasta salir de la enfermedad y después desahogarme de esa tensión que tenía, prácticamente a partir de ese día todas las noches como me costaba dormir aprovechaba para rezar, misas, canciones, rosarios etc.

El día 31 de Marzo mi mujer me pidió que me levantara un poco he hiciera por comer algo, fui capaz de comer sólido por primera vez en 15 días estaba en ese momento recuperando el olfato y el gusto me sabía el puré y el huevo frito me puse a llorar como un niño pequeño y les dije a mi mujer y a mis hijas que estuvieran tranquilas que lloraba de felicidad, sentí mi desahogo y así empezó mi recuperación (me emociono al recordarlo).

Quiero agradecer a tantas personas que sé que rezaron por mí. Mi grupo de vida, el consiliario de AC, compañeros del equipo de laicos y a tantos otros que, anónimamente se unieron en oración por mi recuperación. Estos días he oído decir que la religión no cura. Por supuesto que no. Cura la oración y, a lo mejor no cura el cuerpo pero sin duda cura el alma. Solo sabernos en manos del Señor, nos libera de la angustia.

Sigo rezando por quienes aún están enfermos, por quienes les cuidan, por quienes trabajan para que llevemos todo lo mejor posible… Y doy gracias a Dios por no dejarme nunca de su mano.

 
 
 

 

 

 

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